Mientras se desarrollaba la preproducción de la película “Tiburón” (“Jaws”, en su nombre en inglés), Steven Spielberg invitó a Martin Scorsese, George Lucas y John Milius -sus cineastas amigos- a lugar donde se construía el escualo mecánico que protagonizaría su próxima cinta. Sin embargo, un evento inesperado causó el susto de los profesionales, cuando la cabeza de Lucas quedó atrapada entre las fauces del animatronic.
El evento, que con el tiempo quedó como solo una anécdota, ocurrió cuando el director de “Star Wars” introdujo la parte superior de su cuerpo para ver cómo funcionaba. Queriéndole gastar una broma, Spielberg y Milius se acercaron a los controles y cerraron la mandíbula del tiburón. Lamentablemente -y casi como una profecía de todos los problemas que tendría la producción a posteriori-, el sistema mecánico falló. Lucas no pudo retirar su cabeza. Cuando por fin lograron sacar al cineasta de ese trance, los tres amigos huyeron con prisa del taller porque, tal como Milius diría más tarde, “sabíamos que habíamos roto algo muy caro”.
Y así fue. La filmación de “Tiburón”, que este 20 de junio cumplió 20 años desde su estreno en 1975, tuvo tres “Bruce” -como llamó Spielberg al escualo de 7,6 metros de largo en honor a su abogado-, cada uno con un costo de 250.00 dólares. Y para aparecer solo cuatro minutos en la pantalla.
Entre copas y blockbuster
Pero a pesar de todos los malos augurios que rodaron a la filmación, incluido el hecho de que tuvo que retrasar su estreno en casi dos meses, coincidiendo con las vacaciones estivales estadounidenses, la película tuvo un éxito arrollador. Fue la primera en recaudar más de 100 millones de dólares solo por concepto en sala y, de paso, se convirtió en el primer ‘blockbuster’, como desde ese momento se denominó a las películas que triunfan en el verano.
Para llegar a ello, Steven Spielberg y todo el equipo de producción debió sortear múltiples desafíos y problemáticas durante la filmación. Algunas más caóticas que otras, incluyendo peleas entre los actores e incluso el alcoholismo de uno de ellos.
Sobre esto último, dicen que a Robert Shaw y a Richard Dreyfuss hubo que rescatarlos desde los bares. Y en particular al primero, aunque era un artista respetado, sus problemas con la bebida causaron frecuentes tensiones en el rodaje. Roy Scheiner, otro de los protagonista de “Tiburón”, relató en entrevistas posteriores que su compañero de set era “un caballero perfecto cuando estaba sobrio. Solo necesitaba una copa y se convertía en un hijo de put…”, reconoció.
Otras anécdotas relatan que Shaw, mientras tomaba un trago entre tomas, comentó: ‘Ojalá pudiera dejar de beber’. Tras esa frase, Richard Dreyfuss, le quitó el vaso y lo arrojó al océano. A partir de ese momento, Shaw no dejó de molestar a este último, provocándolo en diversas oportunidades.
Por otro lado, Steven Spielberg no fue el director elegido inicialmente para comandar la saga del escualo asesino. Aquel hombre era Dick Richards, quien fue despedido luego de una reunión con los productores y ejecutivos del estudio Universal.
El peso del ahogo
En tanto, tampoco se cumplieron las solicitudes de Peter Benchley, autor de la novela en la que se basó “Tiburón» y a quien Spielberg le rechazó tres guiones de su propia creación. El escritor había elegido para los roles protagónicos a Robert Redford, Steve McQueen y Paul Newman. Pero además se sumó la ira de Charlton Heston contra Spielbierg, cuando este lo dejó fuera del proyecto: el actor juró que no trabajaría nunca más en su vida con el director norteamericano.
Los efectos especiales de la época, si es que podían llamarse de esa forma, dan cuenta de lo rudimentario, pero ingeniosas formas de contrarrestar las carencias. Así sucedió en la primera escena de la cinta. En ella, el tiburón ataca a una bañista que nada de noche en el océano. La actriz Susan Backlinie llevaba dos pesas de 136 kilos atadas a la actriz. Estas eran tiradas por dos grupos desde la orilla del mar: uno lo hacía hacia la izquierda y otro hacia la derecha para simular el hundimiento de la mujer. La escena tomó tres días en quedar perfecta.
Y cuando, en la postproducción, hubo que crear el sonido de Backlinie ahogándose, la misma actriz se colocó con la cabeza al revés y frente al micrófono, mientras le tiraban agua desde arriba.
A ello habría que agregar que la mayor parte de la cinta se filmó con cámara en mano para contrarrestar mejor los efectos del oleaje.
Un banda sonora de culto
Otro sonido interesante en lo anecdótico es el que utilizaron cuando el tiburón aparece por primera vez mientras Roy Scheider (Brody en la cinta) lanza una carnada. Aquel se logró abriendo una botella de bebida sobre el cemento luego de ser agitada.
En cuanto a “Bruce”, el tiburón, también dio sus buenos dolores de cabeza. A pesar de que aún no estaba listo para ello, fue probado en un tanque con agua corriente en Universal, antes de ser utilizado en Martha´s Vineyard (lugar donde fue filmada la película). Y lo que resultó perfecto en ese contexto, no lo fue en agua salada. Los controles del escualo mecánico se dañaron, hundiéndose hasta el fondo del océano.
Como broche de oro, la banda sonora realizada por John Williams, de inicio no fue del gusto de Spielberg. “Qué gracioso (…), pero ¿qué tenías en mente para el tema de “Tiburón”? Lo cierto es que, más tarde, el cineasta tuvo que desdecirse: reconoció que, sin aquellos acordes, la película solo habría sido la mitad de impresionante.
Sin duda y tal como dijo Lucas cuando visitó el taller de efectos día de su accidente: “Si logran filmar la mitad de esto, tendrán el mayor éxito de todos los tiempos”.
Y así fue. Todo un clásico del cine.
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